viernes, 6 de abril de 2012

El 15 de marzo la asociación civil "Casa del Encuentro" presentó en la Cámara de Diputados el informe sobre la cantidad los femicidios cometidos en Argentina durante el 2011

Por Carla Pilla


En 2011 fueron asesinadas 288 mujeres según el informe presentado el 15 de Marzo en la Cámara de Diputados por el Frente Amplio Progresista. Las causas de dichas muertes están vinculadas a la condición de género de las víctimas, por eso la asociación civil La Casa del Encuentro las enmarca en sus estadísticas como femicidios.

El Observatorio de Femicidios en Argentina “Adriana Maricel Zambrano” coordinado por la La Casa del Encuentro es hoy el único organismo que monitorea los casos de violencia extrema hacia las mujeres en Argentina, la ausencia de estadísticas oficiales dificulta su tarea, de modo que los casos contabilizados son los denunciados en los medios de comunicación. Organismos internacionales de derechos humanos ya reclamaron al estado argentino políticas de prevención contra la violencia de género, entre ellas la posibilidad de acceso a estadísticas oficiales.

A pesar de ser fuente de información, los medios masivos de comunicación en general, no contribuyen a la prevención de la violencia de género. Desde el lenguaje hasta las publicidades, pasando por las diferentes secciones de diarios, televisión o radio se refleja y legitima una sociedad machista donde el hombre prevalece sobre la mujer.

Junto con la familia y la escuela los medios son considerados instancias fundamentales de socialización, las imágenes que éstos construyan, los roles que le asignen a hombres y mujeres van a conformar gran parte del ideal social. La construcción de estereotipos machistas proviene, pero al mismo tiempo convalida las relaciones patriarcales de poder. La naturalización de la superioridad de los varones por sobre las mujeres legitiman las relaciones violentas, que en sus casos más extremos concluyen en femicidios.

Según el último Censo Nacional, las mujeres superan demográficamente a los hombres, sin embargo están menos representadas en los medios. A pesar de ello el análisis no debe detenerse en cuestiones cuantitativas, sino en cómo son representadas dichas mujeres. Así la primera construcción errónea que reflejan los comunicadores es encuadrar la violencia de género en el ámbito doméstico, el espacio privado puede ser doméstico o no, pero la misoginia también es vista en los espacios públicos.

La estigmatización mediática hacia lo femenino se encuentra fácilmente en las publicidades, dónde la mujer es la principal destinataria de los productos, pero sus mensajes son sexistas.
Así las agencias fomentan una mujer dedicada casi en forma exclusiva a las tareas de hogar o al entretenimiento sexual masculino, acentúa la belleza, la moda y la delgadez como características imprescindiblemente femeninas, mujer-objeto. Las mujeres son mostradas como las reinas de hogar y los shopping, mientras que los hombres deben cumplir con estereotipos exitosos siempre en el ámbito público o laboral. Los universos simbólicos que las publicidades presentan no sólo son sexistas, también invisibilizan a quienes no pueden acceder a los productos de consumo típicos de las clases medias y altas.

Los trabajadores de prensa pueden ayudar a erradicar la violencia y la discriminación hacia las mujeres, pero también colaborar con la sociedad patriarcal publicando los hechos de violencia de género en secciones puramente noticiosas, mostrando los casos como simples sucesos sin cuestionar las estructuras elementales. Si se tratan los femicidios como espectáculos sin hacer seguimiento de los casos, si se los liga a lo pasional o a lo inevitable, las muertes se banalizan y no pasan a ser más que estadísticas. En boca o pluma de reconocidos periodistas se intenta instalar la violencia de género como “otro caso de violencia” olvidando que el 90% de las víctimas son mujeres, los femicidios no son hechos aislados, son hechos políticos.

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