domingo, 23 de octubre de 2011

Lo cultural, sometido a la sintaxis del discurso (Segunda parte)


Por Sebastián Sánchez

“La clase trabajadora alienta su participación y se proyecta en el marco del sistema político establecido, interpretándolo como su contexto de actuación y lucha. Podríamos decir que de esta manera, desde su potencialidad democrática-reformuladora, lo popular peronista le cuestiona institucionalmente a la dominación sus nociones democráticas. Definitiva perspectiva histórica, es el político democrático popular de la transformación”, explica Casullo. De esta concepción se separarán las conducciones de Montoneros y las FAR a fines de 1974.

Si entendemos la relación generada desde lo humano individual-social para transformar la realidad social-individual, idéntica relación mantienen los signos y símbolos culturales con la materialidad social, es decir, con la estructura corpórea de la sociedad. Los significantes enuncian la realidad, la nombran, los significados son la realidad. Los significados son cortes forzados, el signo es una unidad de la realidad-entendida, ordenada según una sintaxis dada. Esta, es reprimida por la “sintaxis del poder”.

Esto que llamo “sintaxis del poder” son los discursos hegemónicos que circulan en una sociedad determinada, relatos que intenta agotar la discusión política-cultural de forma binaria, donde un discurso se construye mas de la negación de su “enemigo” que de sus propias usinas significantes. (“eran subversivos, terroristas”, “algo habrán hecho” “Hay un auge de revolución. Nosotros vamos a hacer la revolución y el que no la hace con nosotros es un traidor”)

Esta “sintaxis del poder” manipula, somete y reprime los hechos, traicionando la capacidad de significacion, y vetando la consiguiente transformación del discurso. Cada signo tiene: a)- una significación sometida a la sintaxis, manipulada por la sintaxis social que construye discursos con significantes generosos y llenos de sentidos ; b) y significados traicionados y ocultados. A ellos debemos llegar y según esta postura no lo encontraremos en el discurso hegemónico.

El revisionismo ha interactuado desproporcionadamente con los actores políticos-sociales de los años 60-70. En esta reconstrucción del pasado aparece mucho universitario y poco no universitario. Es en aquellos sujetos más anónimos en donde debe penetrar la investigación, la historia, en sus narraciones, en sus vivencias, identificar alguna lógica liberadora en las acciones naturales, visearles, que eran acción política estratégica.

La sintaxis, acción del lenguaje y voluntad del poder, exalta el valor de las unidades y esconde el sentido de las relaciones entre dichas unidades. La sintaxis constructora de enunciados, como sistema de comunicación, de sociabilizacion, es el conjunto de unidades y relaciones inducida por determinada voluntad de poder a la construcción de determinados tipos de enunciados.

La identificación de aquellos paralelos signos-realidad que no tienden a la transformación, permiten entender el lenguaje del sistema, el lenguaje del poder, tanto en el lenguaje del homosexual como del explotado (como diría Foucault) se expresa un mismo poder.

La realidad material es una y absoluta en la medida que en ella se encuentran las diversas formas de propiedad de la realidad. La realidad materialmente existentes (que a nosotros nos interesa) es “las distintas realidades sociales”. La relación signo-realidad es a la vez realidad-significación, es decir, la realidad física puede variar a la realidad conceptual, ya que si los signos no son transformadores en si mismos de esa realidad sometida (por la sintaxis dominante) pierden una de sus razones mas trascendentes, de transformar la materia. La tarea principal de quienes traemos al presente nuestra historia reciente es colaborar en la resignificación transformadora de los discursos hegemónicos, prestando cabal importancia a los discursos subalternos.

Los relatos casi “espontáneos” de militantes políticos de base aportan otra relación signo-realidad que ayuda a identificar la incoherencias entre la realidad material y los modos y medios de expresión y comunicación intersubjetiva. La resignificación de su realidad, resistencia vísceral, no llevaría a otra cosa en primera instancia que a romper con el hermetismo del discurso, proporcionando nuevos datos, perspectivas y opiniones que oxigenen el debate.

En consecuencia, al menos de manera conceptual, permitiría organizar esa misma realidad de manera estratégica, que rompa con el entendimiento funcional a las sintaxis dominantes, reaccionariay que se ha adueñado del relato de la historia y realidad militante. Existe en las experiencias de miles de compañeros barriales, villeros, y no universitarios, que los han dejado sin voz, un lenguaje sometido a la “sintaxis del poder”. Este discurso, (no tan preciso ni estridente, a lo mejor sin tantos datos ni nombres, tal vez con muchas confusiones, propio de quien no “rectificó” su experiencia con la literatura histórica-política) queda oculto cuando la acción discursiva resignifica estratégicamente la realidad en beneficio de una determinada concepción de poder.

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