Por Juan Pablo Darioli
1. Deconstruir el sujeto
El pensamiento posmoderno toma el desafio de desarmar el sujeto que Rene Descartes puso en el centro de la historia. En la dicotomía sujeto-objeto, es el primero de la fórmula el que, mediante la abstracción y la razón, accede al conocimiento y así se establecen jerarquías sociales según la concentración del saber. La deconstrucción del sujeto propone relativizar la centralidad de éste en el proceso cognoscitivo y resigna la posibilidad de comprender la totalidad. A diferencia de ésto, Bruno Latour propone una vuelta de tuerca, un giro copernicano: "el colectivo moderno es un colectivo en el que las relaciones entre los humanos y los no humanos son tan íntimas, en el que hay tantas transacciones y tan almabicadas mediaciones, que no hay ningún sentido plausible en el que puedan distinguirse los artefactos, las corporaciones y los sujetos". Es decir, descentrar al sujeto pero no perder la idea de totalidad a través de la construcción del actante. La relación cognoscitiva entre el sujeto y el objeto encuentra sus limitaciones a la hora de aprehender las "cosas en sí", objetivamente. Diferente es la hibridación entre humanos y no humanos que corporiza al actante donde la atención esta en la funcionalidad, en lo relacional, dentro de un colectivo determinado. Para que no nos asustemos Latour aclara que el "propósito de todos estos cambios no consiste en extender la subjetividad a las cosas ni en tratar a los humanos como objetos ni aún confundir a las máquinas con los agentes sociales", la idea es poner el ojo en las potencialidades que adquieren los hombres hibridándose con las cosas partiendo de una mirada analítica simétrica.
2. Nueva forma de conocer
Entonces, ¿cómo conocemos a los objetos que estan en el mundo sino es mediante el absolutismo de la razón? Gracias al giro latouriano y al impulso de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) aparece otro proceso cognoscitivo ligado a la experiencia, ya no al saber profundo, realizado por el trayecto y no por la búsqueda, caracterizado por la extención y no por la densidad. Estos son los "bárbaros" de Alessandro Baricco. Menos metafórico pero con presición conceptual Horacio Ghilini explica en la sección La Ventana de P/12 de la siguiente manera la relación docente-alumno: "Nuestros niños y jóvenes hablan y leen el lenguaje de asosiación de imágenes, iconográfico-afectivo, mientras son analfabetos en el abstracto-racional, el que nosotros dominamos para estructurar el saber". El conocimiento no se encuentra en la honda búsqueda de la escencia sino en la experiencia superficial que se adquiere en el viaje, en el trayecto. Con esta idea de navegación, y volviendo a Baricco, los bárbaros necesitan movilidad y velocidad para ir de un lado hacia el otro, donde encuentren sistemas de paso. La experiencia esta en la movilidad no en el lugar donde estan de paso, por eso el autor de "Los bárbaros" afirma: "no buscan la experiencia, lo son". Es aquí donde enfrentan no sólo las viejas maneras de conocer sino también la concentración y legitimidad del saber.
3. Pensamiento rizomático o desconcentración del poder
Los franceses Gilles Deleuze y Félix Guattari utilizaron el esquema rizomático para cambiar del enfonque de percepción centralizada a uno de percepción descentralizada. Ese es el cambio en la legitimidad y concentración del saber al que obligan los bárbaros, ya no reconociendo el conocimiento en alguna autoridad sino en la mismísima experiencia de surfear. Es decir, la legitimidad del saber pasa de recidir en el sujeto al trayecto en sí mismo, entonces no puede estar concentrado, ahora debe estar en las mesetas del sistema de paso. Muchas tendencias se abren desde esta óptica, desencadenando procesos sociales, culturales, políticos y económicos. La descolonización del saber y la legitimación de "otros" conocimientos pueden entenderse como fenómenos ligados a la descentralización del poder. Los procesos políticos de autonomías municipales y distritales quizás también. El mundo entero está cambiando, pero lejos de toda idealización y como exclama Baricco, "¡Que mutación, muchachos!".
* Imágenes y texto utilizados de la públicación web del autor en La Montonera
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